PASA PÁGINA DE UNA VEZ: ¿QUIÉN HA DICHO QUE LOS NIÑOS Y LAS NIÑAS DE AHORA NO LEEN LIBROS?


    ¡BUENAS, PERSONA PRODIGIOSA UN DÍA MÁS! (ESTA DE ABAJO VUELVO A SER YO 😊🔻).



    En esta nueva entrada, me dispongo a hacer algo distinto, algo insólito… Por eso, a pesar de aparecer en estas imágenes, no voy a hablar de mí ni de mi vida; la protagonista es un ser enormemente especial...

Dime una cosa: ¿eres una de esas personas que está completamente segura de que los libros tienen los días contados? ¿Crees que la gente ya no los compra y, lo que es peor todavía, ya no los lee? ¿Has pensado alguna vez que los niños y las niñas ya no emplean su tiempo libre en estar de cara a un libro? Pues bien, pese a que en este blog tanto mis compañeras como yo misma abogamos por el empleo de las nuevas tecnologías, me permito el gusto de hacer algo que es todo lo contrario.

Hoy me paso al lápiz y al papel de una joven de dieciséis años.
Hoy me adentro nada más ni nada menos que en su diario personal.
Hoy me maravillo con la increíble historia que esta pequeña ha vivido con la compañía de su bien más preciado: sus libros.
Hoy, con su permiso, transcribo todas y cada una de sus palabras, sin cambiar ningún punto ni ninguna coma.
Hoy, en este blog, comparto contigo la narración de una joven que es un claro ejemplo de persona que ama la lectura.

Pase, vea, lea y, si así lo desea, emociónese como yo.



    Querido diario:

    Parece mentira que, después de tantas páginas escritas contándote mis secretos más íntimos, hoy venga a confesarte quién soy yo. Está claro que eres uno de mis mejores amigos y el que, sin duda alguna, más me conoce de todos ellos, pero, en esta ocasión, me siento en mi sitio preferido de la habitación, mi puf de color rojo pasión, para narrarte mi vida desde una perspectiva completamente diferente.


    Hoy dejo atrás mis preocupaciones sobre qué bachillerato voy a cursar (¿cómo me voy a decantar por uno solo si no tengo ni idea de quién quiero ser en un futuro?), las pequeñas peleas con mis papás por no dejarme ir al cine del centro comercial Alcampo de Alicante con mis amigas Lucía y Carolina (me han invitado y, si no me dejan ir, seré la única de todo el grupo y se reirán de mí diciendo que todavía soy una niña pequeña que tiene que pedir permiso a sus padres; ¡que no! ¡Que ya soy mayor!), mis enfados con Noelia por gustarnos el mismo chico (todo hay que decirlo, es el más guapo de la clase), etc.


Hoy te abro las puertas de mi corazón y te dejo que conozcas a la Rebeca más personal: ahí va un resumen de mi vida a través de los libros que he leído y, por supuesto, mis series y películas preferidas.


Como ya sabes, me llamo Rebeca Hidalgo García y, hace casi unos dieciséis años ya, mi mamá Ana dio a luz a una preciosa niña, que soy yo, por supuesto jajajajaja.

Más concretamente, el día 29 de junio de 2004 toda una familia me recibió con los brazos más que abiertos: cuentan mis papás que no paraban de recibir visitas en el hospital y que toda aquella persona que me veía me decía que estaba para comerme y que no podía ser más guapa, aunque, claro, ahora en serio, supongo que eso sucederá con cualquier recién nacido, porque se lo dijeron hasta a mi hermano pequeño Guille y ya te digo yo que mi hermano es de todo menos para comérselo…


    Bueno, que me pierdo…

Vuelvo a mi historia: lo cierto es que yo retrasaría la fecha de mi nacimiento hasta el año 2007, cuando tenía tres años y, según mis papás, tuve e incluso me leyeron mis primeros libros. ¿Por qué lo retrasaría hasta este justo acontecimiento?

Pues bien, porque hasta entonces solo había sido una especie de peluche al que no paraban de abrazar, hacer mimitos, decirle «ajó» y cantarle canciones del tipo «Pimpón es un muñeco/ muy guapo de cartón,/ se lava la carita/ con agua y con jabón» (esto gracias a mi abuelo Nicolás). ¡Ah! Se me olvidaba: además, también era una máquina de comer y dormir; era la número uno de mi casa.


    Sin embargo, con la lectura de mi primer libro, sentí que, en cierto modo, había pasado de ser un peluche a una pequeña personita a la que ya creían con capacidad suficiente como para atender y escuchar la lectura de un libro e incluso comprenderlo. OJO, ¡CUIDAO!

Mis papás me leían cada sábado por la mañana mi colección compuesta por trece libros (¿quién dijo que este número traía mala suerte?) de los grandes clásicos de Disney, aunque en mi corazón siempre llevaré tres en especial: La Sirenita, Pocahontas, y Lilo & Stitch.

¡Cómo me embelesaba escuchar la voz de mi mamá y ver a mi padre Fernando señalándome, mientras me sujetaba entre sus brazos, cada dibujo/ ilustración que contenía el libro!


Solo un año después, mi triste experiencia en la guardería (¿se conoce el caso de algún niño o niña que haya conseguido ir a ese lugar recóndito del planeta sin llorar la primera semana? Porque esa no era yo) hizo que me atreviera a «leer» mis primeras palabras.

Era tanto el esfuerzo que debía realizar (literal que, en aquella época, me parecía a Coque, el de La que se avecina) que lo máximo que llegaba a conseguir leer antes de cansarme era una página, por lo que las restantes me las continuaban leyendo mis papás.


    Menos mal que eran libros muy breves… Pero, ¿cuáles eran? ¡Los libros de Lola! Llegué a coleccionarlos hasta el sexto, puesto que jamás me cansaba de descubrir sus nuevas aventuras, aunque mi preferido fue siempre el titulado Lola es despistada… ¿Será porque me sentía identificada con la protagonista? ¿Qué piensas tú, querido diario?


    A mis cinco años, Papá Noel, los Reyes Magos y cada uno de mis familiares se pusieron de acuerdo para regalarme a lo largo de todo el 2009 la colección llamada El zoo de las letras.

Supongo que sería la moda de aquel momento, pero, sea como fuere, les guardo un enorme cariño, puesto que, además de servirme para aprenderme al fin el abecedario (los distintos libros de la colección se clasificaban por letras), fueron los primeros libros que conseguí leer al completo yo sola. ¿HAS LEÍDO ESO? Los leía por mí misma, sin ayuda. ¡Qué ilusión!

Mención especial se merece la letra u por su título que siempre me sacaba una sonrisa: La mula Pirula.


    Eso sí, pese a que eran mis libros favoritos, recuerdo que, por la parte final, contaban con una serie de actividades de comprensión lectora que jamás realicé. Con cinco años ya era toda una vidente y preferí reservar las energías para todas las actividades de lectura que tendría que realizar en un futuro tanto en el colegio como en el instituto. ¿No se acabarán nunca? PREGUNTO…

Me gusta leer, sin más, sin necesidad de estar horas llevando a cabo ejercicios y más ejercicios…

En el 2010, con mis seis años a la espalda, no solo la selección española conseguiría ganar su primer mundial en fútbol, sino que también se produjo otro hito histórico del que no se habla tanto como merece: llegó mi etapa más romántica y todavía a día de hoy no la he abandonado del todo.

Lo confieso: la sección de películas románticas de Netflix es mi favorita, las he visto todas, incluidas, cómo no, las dos partes de A todos los chicos de los que me enamoré, Sierra Burgess es una perdedora, Mi primer beso, ¿No es romántico?, La cita perfecta, Cuando nos conocimos y un largo etcétera.



    Te juro que no exagero: los libros y las películas que versan sobre el amor los devoro en pocos minutos. Si regreso a mi infancia, tengo que mencionar libros como Te quiero, niña bonita y, sobre todo, Adivina cuánto te quiero, cuyo final me hacía llorar.


    Un año después, llegaron a mi vida los libros de La tortuga Franklin que, según parece, rápidamente se convirtió en todo un fenómeno de masas entre los niños y las niñas, puesto que realizaron incluso una película y todo. ME ENCANTABA.


    Si tengo que destacar algo sobre mis ocho años de edad, eso sería mi repentino interés por conocer más cómo vine a este mundo: no paraba de preguntarle a mis papás siempre por el mismo tema y ya no me valía como explicación el cuentecito de la cigüeña, por lo que decidieron que lo mejor sería que lo descubriera por mí misma a través de un libro titulado ¿Por qué somos niños y niñas?.


    Cien páginas llenas de explicaciones e ilustraciones hasta de niños y niñas yendo al aseo. No, no está entre mis libros favoritos…

Una vez que quedaron todas mis dudas resueltas en cuanto a este tema, me hice una gran aficionada de las revistas de Leo, leo.


    Esto fue ya con nueve años, pero, ¿qué sucedió al cumplir mi primera década en el planeta? Pues que me apasionaban todos los libros de la editorial El barco de vapor. Así fue como me leí El cumpleaños de Mini o La historia de Ernesto, entre otros.


    Y, querido diario, amigo mío, te estarás preguntando: «tantas veces que has escrito en estas páginas el término «princesa» y ahora… ¿No las mencionas?». Tranquilo, que ya están aquí.

La colección de El club de las princesas, que ahora ocupará cualquier cajón de la casa, llenó las horas de mis once años. Me flipaban estas princesas, puesto que no eran las típicas de Disney y, además, se suponía que estaban en una academia para aprender a ser unas buenas princesas.

¿Qué implicaba exactamente eso? ¡Ah! Algún día rescataré mis dos libros preferidos de la colección, La princesa Daisy y La princesa Sofía, y te los leeré. No sufras, querido diario…


    A las princesas se sumaron los cómics. ¿Cuánto me podían fascinar los cómics de Piel de melocotón, por favor? Ya te lo digo yo: mucho de mucho. El primero de la colección lo descubrí en una de mis visitas a la biblioteca de mi pueblo, pero, a partir del segundo, ya se los pedía a mis papás.


    Puesto que la historia de esta colección tenía como protagonista a una chica con hurones en casa, me empeñé en que necesitaba tener uno yo también. Mis papás, lejos de comprarme un hurón, decidieron continuar con la lectura, pero esta vez con libros que versaban, como no podía ser de otra manera, sobre hurones.

Mi favorito de todos siempre será el Manual práctico del hurón. Sí, hasta ese punto llegó mi amor por los hurones jajajajaja.


    Y, hablando de manga, no me puedo olvidar de la colección de los once libros de Kilari. Nunca llegué a conseguir el duodécimo y me da mucha pena no saber cómo continúa la historia.


    A los doce años y, con ayuda de los y las profesoras de mi instituto, descubrí la editorial Sopa de letras y me enamoré de sus libros, aunque, si me tengo que decantar por dos, esos son El Palacio de Papel y Palabras de Caramelo. Por favor, ¿quién ha conseguido leer este último libro sin llorar? Porque esa tampoco soy yo.


    Con trece y catorce años, las princesas y el rosa parece que quedaron en el olvido, puesto que me pasé al color más negro posible.

Quise leerme todos los libros que tuvieran a los vampiros como protagonistas (sí, incluimos en la lista las películas de Crepúsculo; yo también caí en ese fenómeno de masas de adolescentes) y la muerte (quería sangre jajajajaja): Mi amigo el vampiro, ¡Qué amiga tan deliciosa!, El libro del cementerio, Emily the strange, El libro malvado (recuerdo que una de sus páginas decía que, si la tocaba, me moría al día siguiente; ¡qué día más largo y qué miedo, por favor!) y Cuentos macabros de un clásico como Edgar Allan Poe (mi libro favorito por su edición; es preciosa).


    Respecto al pasado año, destaco la lectura de Los juegos del hambre, puesto que me llevó todo el verano, pero valió enormemente la pena.


    Y llego al final, a la época actual. Dieciséis años y con muchísimas ganas de que llegue el verano para poder acabar de ver mis series favoritas (Vis a vis, La casa de papel y Élite) y empezar a leer algún otro libro que no me haya tenido que leer en el instituto…


    Y eso ha sido todo por hoy, querido diario. Nos vemos a la próxima y GRACIAS. 


    Bueno, y hasta aquí la entrada, si nos has leído tanto a Rebeca como a mí misma hasta el final, yo también me sumo al agradecimiento y, por supuesto, un GRACIAS así de ENORME para Rebeca por dejarme mostrar algo tan personal como son las páginas de su diario y querer participar en este blog (te estaré eternamente agradecida, de verdad).

En los comentarios de hoy (no olvides que me encanta leerte), te propongo que me escribas alguna recomendación para la joven Rebeca y también si crees que su caso es lo más común de encontrar en los niños y las niñas, al hilo de las preguntas que formulaba al inicio de esta entrada.

Un beso enorme y, como dice Manuel Carrasco, no dejes de… ¡LEER!


Judit Martínez Climent (¡que tengo mi propio GIF 🔺! Jajajajaja).

        

Comentarios

  1. Hola Judit!, que sepas que es a mí la que me encanta leerte, ya que tienes algo muy especial y haces que el leerte sea muy ameno y entretenido. Mi recomendación para Rebeca sería "el principito". Espero que te sirva 😉

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