¿TE HACE UN MINI RATO DE LECTURA CON NOSOTRAS? HOY, EN NUESTRO ESPACIO (¿HABITUAL?) DE CUENTA CUENTOS, TE TRAEMOS UNA PECULIAR VERSIÓN DE UNO DE ELLOS. VENGA, ¡ANÍMATE!
¡BUENAS, PERSONA PRODIGIOSA! EN ESTA ENTRADA, LAS BLOGUERAS PRODIGIOSAS PASAMOS DE DIRECTORAS DE CINE A ESCRITORAS (PROFESIONALES; ¡QUÉ VA! YA NOS GUSTARÍA A NOSOTRAS... PERO, AL MENOS, LO INTENTAMOS Y LA INTENCIÓN ES LO QUE CUENTA EN UN CUENTO, ¿NO? ¡VAYA JUEGO DE PALABRAS NOS HA SALIDO EN UN MOMENTO😊!). ¿SERÁ NUESTRO INTENTO DE CUENTO TAN BRILLANTE COMO EL PUERCOESPÍN SERAFÍN, DE MAITE FIGUEROA?
Antes de nada, incluso de mostrarte nuestro cuento inédito,
cien por cien original y marca de la casa de las blogueras prodigiosas,
queremos tener la oportunidad de explicarte muy brevemente cómo hemos
seleccionado las referencias y, al mismo tiempo, cómo hemos establecido las
relaciones entre los elementos encontrados con respecto al cuento clásico
infantil que nos ocupa en el trabajo que nos hallamos confeccionando y que es
nada más ni nada menos que El patito feo.
En primer lugar, nos hemos centrado en la estructura
del cuento, donde, en nuestra propia opinión personal, encontramos la situación inicial
desfavorable al protagonista; el rechazo posterior de sus semejantes; la
transformación; y, en la parte final del referido cuento, la conversión en
un modelo.
Dicha estructura se repite en la mayoría de las referencias, tanto en los hipertextos literarios como en los audiovisuales.
Seguidamente, hemos determinado que lo más recomendable para
la creación de nuestro relato literario era diferenciar todos
aquellos aspectos de los personajes del cuento de Hans Christian
Andersen que, al igual que en las fábulas, representan ciertas características «reconducibles» al
ser humano y pueden engendrar sentimientos de empatía y acercamiento.
Por último, nos hemos centrado en los temas
universales que se encuentran en El patito feo y que, en este caso
y para nosotras, son las posibilidades que el futuro concede a los seres
desafortunados y la Justicia cósmica que da a cada uno o una lo que se merece.
Como hemos podido descubrir gracias a la elaboración de
nuestras constelaciones bibliométrica y universal, el cuento de Andersen, Den grimme ælling en Eventyr. Første Bind. Første Samling (1843) se publicó por primera vez en
Copenhague, Dinamarca, el 11 de noviembre en Nuevos cuentos. Primer
libro.
En cuanto al hipotexto, es decir, a las
versiones precedentes y a sus orígenes no hemos encontrado referencias.
Andersen recogió relatos populares daneses, dándoles forma literaria donde,
además de los elementos relacionados con la fábula, encontramos elementos
autobiográficos.
Siguiendo esta pista, en búsqueda de referencias, cabe señalar el H.C. Andersen Centret con su selección y
colección de las obras de Andersen y las numerosas notas biográficas sobre
el autor.
Además, en Andersen, ala de cisne: actualización de
un mito (1805-2005), se pone de manifiesto que los cuentos de este
autor que han cosechado mayor popularidad son los que se fundan en las
vivencias duras y difíciles que el escritor vivió.
Asimismo, en el artículo de Eva Liébana titulado «Andersen en la cultura
danesa», la misma hace alusión a una disputa literaria danesa que sostenía
que Andersen, en realidad, era hijo ilegítimo del que posteriormente sería el
rey Christian VIII y de una joven «condesita». Ante tal situación, recién
nacido, habría sido dejado al cuidado del zapatero y de su mujer, esto es,
de las personas que oficialmente eran sus padres.
Este aspecto se podría relacionar con la frase con la que el escritor concluye la narración de su famoso cuento de El patito feo: «¡Nada importa haber nacido en el corral, cuando se ha salido de un huevo de cisne!» y las posibles referencias a sus orígenes.
En relación a la frase contenida al final de El
patito feo, cabe señalar que hay un paralelismo con el relato El vuelo del águila, del premio Nobel
danés Henrick Pontóppidan (1857-1943). Según Liébana, este relato
tiene una clarísima referencia al cuento de Andersen. Y es que el personaje
principal es un águila que ha sido criada en un corral. Un buen día sigue a un
águila hembra, pero el recuerdo de la vida en el corral lo atrae.
Pontóppidan acaba, por casualidad, su relato con la reflexión de que «¡Nada sirve haber nacido de un huevo de águila, cuando se ha crecido en el corral de los patos!».
Volviendo a la presencia de los elementos autobiográficos en
el cuento, Pedro C. Cerrillo Torremocha nos hace conocedoras de ciertas
vivencias comunes que existen entre la vida de Andersen y la del protagonista
del cuento. Toda esta información la podemos localizar y consultar más detenidamente
en su estudio denominado «Valores y peligros de una historia
universal», que se halla publicado en Andersen,
ala de cisne: actualización de un mito (1805-2005).
Andersen, al igual que el patito, se había criado en un
ambiente humilde: con solo catorce años tuvo que marcharse y buscarse la vida
para tener mejores oportunidades, pasó hambre y le tocó vivir muchas
desventuras. Sin embargo, al final, pudo llegar a la fama y obtener el
consecuente reconocimiento público como escritor.
En su clásico relato infantil, el patito quiere tener amigos, pero es
completamente rechazado por su aspecto físico. Debido a esto, decide marcharse
por el mundo para buscar comprensión y aceptación.
Mientras tanto, por su parte, Andersen también sufrió el rechazo social a causa de su aspecto cuando era un adolescente, así como en su experiencia inicial de escritor teatral.
A continuación, en cuanto al tema de la fealdad como motivo de exclusión
social y discriminación, hemos considerado el aspecto rompedor que El patito
feo parece representar, en relación a la caracterización e
identificación que se produce en literatura infantil, con respecto al canon de
belleza y a la importancia que tiene para la sociedad seguir el canon
homogéneo.
Según F. Morales Lomas en Modelos infames en literatura infantil. La belleza: El patito feo (2008), el cuento de Andersen rompe solo en apariencia el orden establecido en cuanto que el patito, al final del relato, es aceptado socialmente, porque ya ha alcanzado la belleza y, en definitiva, ha logrado ser el cisne más bello del estanque.
Por lo tanto, inferimos que el cuento reproduce en los niños
y las niñas esquemas viejos del orden social imperante: en la sociedad triunfa
lo bello.
Como podemos apreciar igualmente en la serie de cómics titulada
precisamente El Patito feo (2006) de Ai Morinaga, el protagonista es el feo y único chico de una
familia de bellezas deslumbrantes, que nadie quiere ni aprecia, excepto Yumiko,
una chica preciosa. El perro de esta, en agradecimiento por haberle salvado la
vida lo convierte por magia, en un guapísimo adolescente.
Justamente de aquí hemos establecido todas las relaciones con
los numerosísimos productos que derivan del cuento o que traen inspiración de
ello, ya sean expresiones literarias, audiovisuales o elementos multimodales.
Por lo que respeta a la publicidad, cabe señalar el poder persuasivo a
nivel comercial de El patito feo analizado en Literatura y
publicidad: el elemento persuasivo-comercial de lo literario (2011), redactado
y publicado por parte de Asunción Escribano Hernández.
A simple vista, la identificación del producto que se
promociona no es tan cercana al contenido del relato evocado. No obstante, en
el inconsciente colectivo de nuestra sociedad, quedan los recuerdos de las
imágenes de los cuentos infantiles.
De hecho, la imagen del patito feo o de su metamorfosis en cisne se ha
aprovechado para promocionar productos que son el resultado de un cambio, de
una transformación.
Un ejemplo de analogía intertextual es el caso del relato ficticio que
se construye para la publicidad del coche Audi A8TDIV6: en cuanto Audi dota al
coche de seis cilindros, el mismo se transforma en el coche más avanzado del
momento. Por consiguiente, podemos declarar sin duda alguna que «el patito
feo se convirtió en cisne».
Otro ejemplo de la utilización de la imagen del
patito feo en la publicidad es la presentación de la empresa Popular
Banca Privada: el concepto de asimilación está presente en la imagen del patito que se
mira en el espejo y la del cisne reflejado en el espejo mirando a su vez al
patito. Al lado está el nombre del banco. Aquí la transformación del patito en
cisne viene asociado al banco nuevo diferente a los demás.
Lo cierto es que la estructura y los temas universales del cuento han
sido fuente de inspiración de productos audiovisuales destinados al público
infantil y juvenil: películas de animación (la primera fue la de Disney), dibujos
animados e innumerables series televisivas de patitos feos que, en todas sus
variaciones, se hallan destinadas primordialmente a los y las adolescentes.
Por lo que concierne a las adaptaciones cinematográficas, las películas tienen
como referente la superación de límites personales o impuestos por la sociedad.
De este modo, podemos observar que, en Billy Elliot (2000), película que se
encuentra dirigida por S. Daldry, el argumento se centra en el personaje de un
chico de once años llamado Billy que acaba de perder a su madre y vive con lo
que queda de su familia en una ciudad minera. El padre y los compañeros de Billy
no entienden cómo el chico puede dejar el boxeo para dedicarse al ballet.
SPOILER: al final, Billy conseguirá ser aceptado en la Royal Ballet School y
acabará convirtiéndose en el primer bailarín en (¡qué casualidad!) El lago de los cisnes.
Con respeto al tema anterior, la superación de límites, y las
relaciones que hemos establecido con el cuento de Andersen, queremos resaltar
también el aspecto relativo a la atención a la diversidad a través de la
adaptación libre en lenguaje de signos de El patito feo (BMCV,
2006), por Nuria Antón.
Llegamos ya al final de nuestro comentario y pasamos ahora al
mundo del arte. Como habrás podido comprobar, estamos empleando dicho
comentario a modo de introducción y aclaración de las referencias que hemos
decidido incluir en nuestra versión libre y redactada del cuento de Andersen,
pero, a la misma vez, puede servirnos de una gran ayuda también para explicar y
recordar algunas de las diversas referencias que recopilamos en nuestras
constelaciones bibliométrica y universal.
De entre todas las alusiones que hemos podido indagar de Andersen y su
cuento en el campo artístico, nos hemos quedado, por un lado, con las
ilustraciones más antiguas, las de Vilhelm Pedersen (1843), el primer
ilustrador de Andersen, contenidas en la primera edición del cuento. Por otra
parte, destacamos asimismo unas de las más recientes, realizadas por la
ilustradora D. Gallego en su proyecto para el Ministerio de cultura de
Colombia, El patito feo (2016).
Para concluir, hemos querido incluir la estatua en
bronce de Hans Christian Andersen, en Central Park, Manhattan, donde el escritor mira
con cariño al pequeño patito. Nos ha parecido una manera de rendir un homenaje
al gran escritor que con sus cuentos enriqueció nuestra fantasía.
Tras este pequeño recordatorio por las constelaciones
literarias que llevamos a cabo anteriormente, sin más dilataci... Queremos
decir, dilación, aquí te dejamos e motivo por el que has clicado en esta
entrada: nuestro propio cuento, nuestra versión de El patito feo de
Andersen, nuestro relato literario que, por supuesto, surge
de las reflexiones maduradas durante el trabajo de búsqueda y selección de las
referencias:
HANS, ALAS DE CISNE
A través de los recuerdos y reflexiones
del protagonista,
en su breve recorrido hacia el estanque,
descubrimos su vida,
las pruebas que ha tenido que superar,
al igual que cualquier héroe de los
cuentos.
Aquella mañana de verano Hans había decidido dar un paseo por
el campo. Le encantaba andar a pies descalzos; pisar la hierba le daba una
sensación de libertad. Podía adivinar los sonidos de la naturaleza, olerla,
dejar que le entrara dentro, que lo invadiera. Él formaba parte de ese mundo.
Allí era donde encontraba la paz, donde conseguía sosegar el tumulto interior
que se apoderaba de él cuando, sentado en su habitación, solo percibía el
silencio. ¡Qué raro! El silencio que para los demás solía ser sinónimo de paz,
a él le producía el efecto contrario.
Absorto en sus reflexiones había llegado al estanque donde nadaban los
patos (-¡qué monos eran!-, era lo único que podía pensar nuestro
protagonista). Nadaban en fila, unos tras otros, imitando a la madre que
sumergía la cabeza en el agua buscando comida. Hans sacó del bolsillo un trozo
de pan que había traído y empezó a tirar los trocitos al agua, como cuando era
pequeño y venía a dar de comer a los patitos con Kathrine, la chica danesa
que se encargaba de cuidarlo.
-Grimme ælling, mi pequeño patito feo-, le llamaba ella
con cariño.
Al pronunciar las palabras Kathrine movía los labios de una forma que él no conseguía entender. Había sido ella la que le había transmitido el amor hacia los patos cuando le leía, antes de dormir, El patito feo, en aquel libro antiguo que la chica había heredado de su abuela. Las ilustraciones en blanco y negro le daban un poco de miedo. A Hans le gustaban más en color, como aquellas del libro que le había regalado su mamá. Kathrine empezaba a contarle la historia trazando dibujos en el aire con sus manos, en la lengua de signos, hasta que se dormía.
Ahora era un adolescente feo y lleno de granos, las gafas, el aparato y, además, era
sordo. ¿A quién se parecía? Su madre era guapísima, de su padre no sabía nada pero se lo imaginaba tan
guapo como ella, seguramente una persona importante. ¡Ojalá le pasara cómo al
personaje de la serie de cómics, El Patito feo, que leían sus
compañeras! ¡Ojalá por magia se convirtiera en un tío guapísimo! Pero, esas
cosas pasan solo en los cuentos; en la vida real es diferente. Lo había
aprendido desde su infancia: en todos los cuentos triunfaba la belleza; esta era
la llave que abría las puertas de la aceptación, del éxito.
Por cierto, Hans sabía que su aspecto mejoraría, era una cuestión de
hormonas y su madre se lo repetía continuamente:
-No te preocupes, los granos pasarán, y por lo demás... ¡Ya verás cómo todo
saldrá bien!
¿A qué se refería con lo demás? ¿A su sordera o al rechazo que había sufrido desde
que tenía memoria? Claro, porque de eso se trataba... Pobre mamá... Nunca
podría imaginar las cicatrices que él llevaba dentro. Se le velaban los ojos
cuando pensaba en todas las veces que sus compañeros habían sido crueles con
él. ¡Cómo de crueles saben ser los niños y las niñas que, con inocencia,
hieren!
Sin embargo, las cosas no habían mejorado, o mejor expresado, habían
mejorado en parte. Los implantes cocleares que le habían puesto le permitían
oír; había aprendido a hablar y, maravilla de las maravillas, podía escuchar la
música del mundo que le rodeaba, pero con moderación. A veces, cuando el sonido
era demasiado intenso, se distorsionaba y se transformaba en zumbido molesto.
Era entonces cuando desconectaba los implantes y se sumergía en su silencio.
Se imaginaba como aquel coche al que la casa automovilística había puesto
un dispositivo innovador transformándolo en uno de los coches más deseados. Y
es que la publicidad decía lo siguiente: «el patito feo se convirtió en cisne».
El cisne, símbolo de belleza, elegancia y nobleza, en el imaginario
colectivo, era el modelo; el producto final de la metamorfosis. Le había ocurrido lo
mismo que al protagonista en aquella película que le gustaba tanto a su madre,
aquella en la que este conseguía cumplir su sueño llegando a ser el primer
bailarín en el ballet llamado El lago de los cisnes. En la impresionante
escena final, el mencionado protagonista, enfundado en su traje de cisne
blanco, volaba por el escenario. El círculo se cerraba, la Justicia cósmica le había brindado
lo que se merecía.
Absorto en sus pensamientos, Hans no se había dado cuenta de que uno de los
patitos se había acercado y con su piquito daba pequeños golpes a la punta de
uno de sus zapatos. Sonriendo se arrodilló para acercarle una miga de pan. El
patito asustado se refugió entre los juncos del estanque. Fue entonces, al
bajar la mirada al agua, cuando la vio. Era la imagen de un rostro: líquida,
transparente, se movía con el agua. Se acercó más, intentando atraparla con sus
ojos, un poco más… Ahora sí que la veía bien.
La caricia del agua en su piel le arrullaba y le susurraba sonidos dulces,
como una nana. Su tormento interior, ya apaciguado, dejaba paso a la
tranquilidad, a una intensa sensación de paz y al gran sueño que lo arropaba.
Los patos, entre los juncos, vieron cómo el joven cisne blanco desplegaba sus alas
para volar hacia otros horizontes.
Estos son los elementos literarios y multimodales
presentes en nuestro cuento, en nuestro relato literario (para una mayor
comodidad, hemos preferido referenciarlos según el mismo orden en el que los
hemos citados en el cuento):
Andersen, H. C. (1843). «Den grimme ælling», en Eventyr.
Første Bind. Første Samling (1844).
Pontóppidan, H. (1894). «Ørneflugt» («El vuelo del
águila»), en Aarhus Stiftstidende.
Liébana, E. «Andersen en la cultura Danesa», en Andersen,
ala de cisne: actualización de un mito (1805-2005).
Cerrillo, P. C. Torremocha. «Valores y peligros de una
historia universal», en Andersen, ala de cisne: actualización de
un mito (1805-2005).
Morales Lomas, F. (2008). Modelos infames en
literatura infantil. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
Escribano Hernández, A. (2011). Literatura y
publicidad: el elemento persuasivo-comercial de lo literario. Editorial
Comunicación Social.
Morinaga, A. (2006). El patito feo. España:
Planeta Cómic.
El patito feo (2006), adaptación libre en
LSE por Nuria Antón Cerezo. Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
S. Daldry (2000). Billy Elliot.
Vilhelm Pedersen (1843). Den grimme ælling.
Gallego D. (2016). El patito feo. Proyecto para
Ministerio de cultura de Colombia.
Publicidad: AUDI A8TDIV6.
P. Tchaikovsky (1877). El lago de los cisnes.
Y, bueno, hasta aquí ha llegado la historia nuestro peculiar
patito feo. Ahora nos encantaría leerte en la sección de los comentarios; nos
haría muchísima ilusión conocer si nos has podido leer y si te ha gustado,
aunque sea un poquito, nuestro cuento. En el caso de que tuvieras la
oportunidad de crear un cuento inédito a partir de la figura del patito feo,
¿qué historia habrías narrado? ¿Se parecería a la nuestra o no? Cuéntanos, que,
por supuesto, te leemos.
Una vez más, MILLONES DE GRACIAS por tu tiempo y por haber
llegado hasta aquí (con lectores y lectoras como tú, da gusto),
Un saludo,
Khadija Amal Sabbab, Mariluz Hoyos Morant, Judit Martínez
Climent, Patrizia Palla y Neus Pastor Pastor.
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