NO AGUANTO MÁS. HE AQUÍ MI VERSIÓN DE LOS HECHOS, LA VERDAD DE LO QUE PASÓ AQUEL DÍA Y NADIE SE HA ATREVIDO A CONTAR


    ¡BUENAS, PERSONA PRODIGIOSA! SIENTO ADVERTIRTE DE QUE, EN LA ENTRADA DE HOY, A DIFERENCIA DE LO QUE HA OCURRIDO EN TODAS LAS RESTANTES ENTRADAS QUE HE REDACTADO Y PUBLICADO EN ESTE BLOG, EL «BUENAS» ES SIMPLEMENTE UNA FORMA DE HABLAR 😢...




    Hoy, 9 de abril del año 2020, es un día, cuanto menos, curioso e incluso me atrevería a escribir que también un tanto especial.

Es bastante probable que cualquier persona que haya accedido por una simple casualidad a este blog, y más concretamente a esta nueva entrada del mismo, y se encuentre leyéndome en este preciso instante piense que los dos adjetivos que he determinado emplear para describir el día de hoy se deban sencillamente a que es Jueves Santo y estamos iniciando la Semana Santa más extraña de todas nuestras vidas: sin poder salir de casa y, por consiguiente, sin poder ver y abrazar a la familia, sin poder estar con ella.


    Sin embargo, estoy completamente convencida de que , compañero o compañera del Máster con nombre infinito y más allá (en Profesorado de Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato, Formación Profesional y Enseñanza de Idiomas), compañero o compañera de clase, compañero o compañera de desahogos y, en definitiva, compañero o compañera de trayecto en esta aventura que supone perseguir un sueño, el sueño de convertirnos en un futuro en docentes, sí que sabes a la perfección a qué me refiero con ambos adjetivos.


    Y es que, hoy, 9 de abril del año 2020, se celebra nada más ni nada menos que un mes de la clase más extraña que, creo que puedo hablar por todos nosotros y nosotras, hemos tenido a lo largo de nuestra, cada día más amplia, experiencia como estudiantes.

De hecho, si tuviéramos una máquina del tiempo o estuviéramos en la serie de RTVE denominada El Ministerio del Tiempo y pudiéramos retroceder la fecha a solo un mes, ahora mismo estaríamos todos y todas en el aula 24 de esa primera planta de la Facultad de Educación, en la Universidad de Alicante.


    Nadie nos avisó de lo que aquella tarde íbamos a vivir, nadie jamás se lo habría podido imaginar, nadie hubiera creído que aquella sería la última vez que nos veríamos las caras en vivo y en directo, nadie nos advirtió de que nuestras vidas jamás volverían a ser las mismas después de aquella clase… 


    O, ¿quizás alguien sí que tuvo algo que ver en toda historia? Nunca lo sabremos… O quizás sí…


    A lo largo de todo este mes, he podido comprobar e incluso leer detenidamente cómo ciertos compañeros y compañeras de clase (Rachid Abbassi Aouissi en anti-anTICUAdos, Paula Rodríguez García en El amor en los tiempos del TIC, Paloma Gomis Román en Mousesandwomen y Raquel Rocamora Montenegro en Veinte mil obras de viaje literario) se han atrevido a narrar su versión de los hechos.


    No obstante, hoy, 9 de abril del año 2020, soy yo, Judit Martínez Climent, quien toma la palabra para contarte la verdad y nada más que la verdad de todo lo que ocurrió en aquella clase…

Así que, si continúas bajando en esta entrada, a continuación, encontrarás un documento en formato PDF en el que he redactado mi declaración en el juicio que aquella clase ha causado...


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    Y hasta aquí ha llegado mi (no tengo ni idea de cómo calificarlo) diario de a bordo, al que, como habrás podido observar, le he cambiado el nombre en la portada en un intento de juego de palabras por la denominación de «A bordo de mi diario».

Este ha sido uno de los trabajos que he podido confeccionar para la parte de la asignatura que imparte el profesor Juan Miguel Beneito Pérez. En aquella clase, cuando este nos explicó cómo era dicha actividad y tuvimos que repartirnos las fechas de las distintas clases entre los miembros del equipo, recuerdo que rápidamente me presenté de voluntaria para ser la primera y poder realizarla cuanto antes.



    Las blogueras prodigiosas así me lo permitieron, pero jamás habría imaginado que sería la única de todo el equipo que podría vivir la experiencia de lo que implica llevar a cabo un trabajo de estas características.

He de reconocer que no fue nada sencillo poder dar con una idea, me llevó muchos días en los que no paraba de darle vueltas a la cabeza hasta que me atreví al fin a teclear en mi ordenador.



    Ahora estoy contentísima de poder haber descubierto por mí misma cómo cualquier situación que vivimos en nuestro día a día, echándole un poco de imaginación a la receta, se puede convertir perfectamente en una pequeña historia llena de literatura.

Vale, soy más que consciente que mi historia jamás será lo suficientemente interesante como para derivar en un libro, ni muchísimo menos de éxito, que no va a pasar de este blog, pero yo me quedé muy contenta con el resultado y de ver lo que mi cabeza fue capaz de inventarse a raíz de una clase como cualquier otra.



    A partir de una pequeña anécdota como fue el que mi compañera Patrizia Palla, también bloguera prodigiosa, llegara un poco después a clase (espero que no le importe que lo haya contado), ideé toda una historia, con su respectiva portada, la cual pude diseñar también yo, en la que el citado profesor, mis compañeros y compañeras de clase, y yo misma somos los auténticos protagonistas.


    Ahora ha llegado el momento en el que me encantaría saber si has podido llegar hasta el final de mi historia y mi entrada de hoy, y tu opinión al respecto.


¿Qué te ha parecido?
¿Te ha gustado, aunque sea un poco?

    Déjamelo, por favor, en los comentarios.

Ya sabes de sobra que me hará una ilusión inmensa ver que no he publicado esto para la nada, saber de ti y leerte.


¡Eh!

    También, te reto a que intentes identificar todas las referencias que he empleado a lo largo de mi relato y hasta que contestes a la pregunta final que lanzo en el mismo, es decir, en el propio documento en PDF.

Y, nada, he aquí un pequeñísimo ejemplo de lo que puede ser un diario de a bordo.

¿Te atreves a crear el tuyo propio?

A dejar volar nuestra imaginación.

Un saludo,
Judit Martínez Climent.

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